Suposo que posar un article copiat en llengua
Amarás sólo en neerlandés
Las ciudades flamencas vecinas a Bruselas elevan sus exigencias lingüísticas al adjudicar viviendas sociales
Al norte lo llaman "política de integración". Al sur, "pura discriminación". Sin visos de entendimiento entre flamencos y francófonos sobre los objetivos de las normas de vecindad del Gobierno de Flandes, la ciudad flamenca de Vilvoorde ha dado una vuelta de tuerca más a las tensiones comunitarias. Sus exigencias lingüísticas a potenciales nuevos vecinos llegan hasta a la alcoba.
En pocos sitios como en la periferia de Bruselas son tan fuertes las tensiones lingüísticas que condicionan la vida política del país. El ayuntamiento de Vilvoorde acaba de publicar los criterios para optar a la compra de una vivienda de protección oficial. Ya no basta con hablar neerlandés o estar dispuesto a aprenderlo como se exige en todo Flandes para alquilar una vivienda subvencionada. Ahora se examina incluso a la pareja. Para hacerse con una de las 15 casas de segunda mano puestas a la venta, a mitad del precio, para familias de renta baja, hay que demostrar que se ha estudiado en neerlandés o, en caso contrario, aprobar un examen de conocimiento de la lengua.
Una de las preguntas bien podría ser cómo se dice "te quiero" en neerlandés porque la exigencia se aplica, también por primera vez, a la pareja del posible comprador, sea un matrimonio o una pareja de hecho. Si desconoce la respuesta a esta hipotética pregunta - ik houd van jou-,la demanda será desestimada. "No es ninguna forma de discriminación - explica el alcalde de Vilvoorde Marc Van Asch (CD& VNVA, democristianos nacionalistas)-. Si hoy alguien no cumple las condiciones, puede estudiar y presentarse dentro de un año".
"Es un estímulo y no una sanción", defiende. "Sólo pedimos un nivel básico para manejarse en la vida diaria". El ayuntamiento justifica la medida como una forma de mejorar la integración en la ciudad, donde uno de cada dos parados no encuentra empleo por no hablar neerlandés, asegura. Sin embargo, Vilvoorde puede haber ido demasiado lejos al exigir aprobar un examen y no sólo matricularse en un curso, y no se descarta que tenga que dar marcha atrás.
La normativa está en vigor en todo Flandes y, originalmente, forma parte de la política migratoria de la región. Pero en manos de los políticos de la periferia de Bruselas, donde cada vez se establecen más francófonos atraídos por el buen precio de la vivienda, se ha convertido en una cobertura legal para frenar la expansión del francés, que avanza hacia Flandes como "una mancha de aceite", dicen. Varios partidos francófonos pidieron ayer la intervención del Gobierno federal.
Las normas de vecindad de Flandes pretenden fomentar la integración de inmigrantes con cursos de lengua, clases de cultura y una celebración social en el ayuntamiento cuando certifican que ya son nuevos flamencos.El filtro, en principio, se aplica al seleccionar a los beneficiarios de las viviendas de alquiler subvencionadas por la administración.
En Vilvoorde, las familias belgas de renta baja que compiten con los inmigrantes para hacerse con una casa agradecen la medida. "¿Por qué no? A mí tardaron cinco años en darme una casa, mientras una familia de enfrente la consiguió en seis meses. Son marroquíes, claro", explica Catherine, en francés y neerlandés, en el portal de uno de los desvencijados bloques de viviendas de alquiler social de Vilvoorde. "Los belgas, los italianos, los españoles... somos siempre los últimos".
En la vecina localidad de Zaventem, el barrio de Jean Monnet espera la llegada de sus nuevos vecinos, con la certeza de que hablarán flamenco o intentarán aprenderlo. EL ayuntamiento los ha seleccionado para comprar, más baratas, varias parcelas urbanizables. Muchos aplauden la medida. "Cuando nosotros íbamos a trabajar a las minas de Valonia ¿en qué idioma teníamos que hablar? ¡En francés, no en neerlandés!", recuerda un vecino. "Vienen aquí, los toleramos y luego llegan con sus reivindiaciones" sobre el uso del francés. "Está visto que los francófonos por sí solos no quieren integrarse. Yo no busco líos, pero si me preguntan mi opinión... Quien quiera vivir aquí debe aprender flamenco".
Deixant de banda el titular tendenciós, l'article és el reflexe d'una societat que realment estima la seua llengua i la defensa, i no té complexe d'esclau enfront els espanyols o immigrants.
Mentre els franco-parlants a Flandes, actuant igual que la gran majoria d'espanyols que van vindre a viure a Catalunya. Sort que molts han tingut capacitat d'integrar-se i ara estan lluitant pel mateix objectiu que molts catalans.
No s'haurien de concedir beneficis socials, o permís de residència, si no es firma un compromís que aquesta persona apendrà la llengua, història i costums de Catalunya. Potser durant un periòde de 2 o 3 anys. Així podrem construir una societat catalana, oberta i integrada.